El 20 de febrero ocho autobuses que partían de Crimea, una península del sur de Ucrania, con la intención de participar en acciones “antimaidan”, sufrieron una emboscada por grupos neonazis en la ciudad de Cherkasy.
Las milicias fascistas ucranianas de Leviy Sektor que han participado en el golpe de estado pertrechado al gobierno ucraniano con apoyo de los EEUU y la UE, detuvieron la caravana de autobuses con manifestantes, bloqueando la carretera portando armas de fuego y lanzando un cóctel molotov al primer bus. Además del factor ideológico, los asaltados pertenecen a una minoría étnica de crimeanos, por lo que odio racial y la xenofobia se sumó al hecho de que fueran antifascistas activos.
Inmediatamente tomaron como prisioneros a todos los pasajeros, les robaron su dinero y objetos de valor y quemaron el resto de efectos personales. Apalearon a los viajeros del bus y les obligaron a cantar el himno de Ucrania mientras les orinaban encima, cortaron orejas, les obligaron a correr desnudos y demás vejaciones, y el que no lo hacía con la suficiente convicción se ganaba paliza extra.
El asalto que duró desde las 16:00 hasta las 23:00 del día 20 ha dejado una fosa común en un vertedero cercano con víctimas de excesos en las palizas y simples y llanas ejecuciones mediante tiros en la cabeza. Además los nazis han hecho “prisioneros” y causaron decenas de heridos. Los nazis gritaban constantemente que los crimeanos eran la vergüenza de la nación. Amenazaron a las víctimas con que no debían “volver a Ucrania” y que “pronto iremos a Krimea. Esperadnos”