Llevamos días asistiendo al dantesco espectáculo televisivo que se ha generado en torno a los disturbios del pasado 22 de Marzo. Los medios de manipulación de masas vociferan a bombo y platillo la actitud violenta de “grupos radicales” que atacaban sin compasión a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado buscando un muerto.
Lo más paradójico de todo esto es que todavía la gente afín a nuestras ideas, la gente combativa, gente que está luchando (en teoría) en el día a día, se sigue sorprendiendo de la “brutalidad policial”. Y digo paradójico, porque se supone que los elementos más conscientes y avanzados llevan denunciando estas tropelías desde hace infinidad de tiempo. Los infiltrados, las cargas indiscriminadas, las palizas y torturas en comisaría, la existencia de presos políticos... Curiosamente cuando eran pocos los que alzaban la voz no nos importaba ser los locos, pero cuando las masas comienzan a rodar, a conocer las contradicciones que genera este sistema capitalista, nos asombramos de sobremanera y ponemos el grito en el cielo ante la actitud policial.
En esta tesitura de violencia y asombro, los medios de comunicación, la delegación de gobierno y los representantes policiales están jugando sus cartas como buenamente pueden: Por un lado, las protestas de los antidisturbios contra sus superiores, que exigen básicamente, mayor libertad para sacar la porra y las bolitas de goma a pasear. Se quejan de que las maniobras que les hicieron efectuar el día 22 de Marzo les obligaban a estar indefensos ante la “marabunta violenta”. Por otro, tanto la policía, como el gobierno y sus representantes, como los medios de comunicación, están haciendo especial hincapié en que “un grupo minoritario de radicales provocan disturbios que empañan una movilización razonable”. Y así buena parte de los que se tragan su mierda televisiva, se sigue rebozando en ella.
Pero indiscutiblemente, esto sigue teniendo un nivel de sorpresa absolutamente mínimo. ¿Qué papel si no se esperaba que jugasen estos poderes? Que la policía cargue con absoluta brutalidad no es nada nuevo y, que los medios de comunicación jueguen su papel y todos de la mano nos mientan (como con la muleta-arpón) es más antiguo que el Rey (nunca mejor dicho observando de donde viene).
Lo realmente preocupante es el cáriz que están tomando los acontecimientos dentro de los sectores más o menos combativos. Auspiciado por el reformismo más rancio, la ofensiva “internetera” en torno al tema de los infiltrados en las manifestaciones es realmente preocupante. Que la policía se infiltre, inicie unos disturbios, detenga arbitrariamente, tampoco es nada nuevo. Pero no podemos volvernos locos.
Y lo peor de todo es que la gente no se está volviendo loca. Sino que la están volviendo loca. Pocos días antes del día 22 de Marzo saltaba a la palestra un polémico cartel que animaba a los asistentes a ir a “cara-descubierta” y a expulsar de la manifestación a los “encapuchados” (A los que se denunciaba como policías infiltrados). Por contra, varias columnas y organizaciones juveniles denunciaron esa propaganda y alentaron a todos los asistentes a llevar la cara oculta.
Cuando entramos en el debate sobre las caras tapadas o no tapadas, es de extremo recurso que algún iluminado afirme que el “va con la cara descubierta porque no tiene nada que ocultar, porque va de cara” y lo demás sobra. Nada más lejos de la realidad. ¿Acaso no es también antiguo que la policía efectúa fotografías de los manifestantes tan solo para conocer su filiación política por si puede ser útil en un futuro? ¿Cuantas personas de los que “van de cara” han sido reprimidas, detenidas, torturadas, acosadas, seguidas por las fuerzas represivas del Estado Español? Es muy fácil “ir de cara”, cuando tu mismo formas parte de la pata izquierda del sistema.
Durante todos los días posteriores al 22 de Marzo, las redes sociales se han colapsado con imágenes viendo infiltrados por todas partes. “El que revienta la lechera es un infiltrado porque está muy musculado y lleva un polo Fred Perry”, incluso que portaba una bandera de Falange se ha llegado a decir. Se han sacado fotos de manifestantes con supuestas banderas rojigualdas como pulsera. Y digo supuesta porque tampoco es que se distinga a la perfección los colores exactos de esa especie de brazalete. Lo raro sería que dicho infiltrado halla participado en una agresión a un compañero robándole el casco. Algunos afirman que sí... permitanme dudarlo.
¿Por qué no afrontamos de una maldita vez la realidad? La policía cargó indiscriminadamente sin haber finalizado el acto. Pero en esta ocasión la respuesta de la gran cantidad de gente que había fue consecuente, revolucionaria, contundente y resuelta. ¿Habría infiltrados? Por supuesto. Pero no perderían su oportunidad de apalear manifestantes por destrozar una lechera de sus compañeros. ¿Que algún infiltrado pudo incitar a los disturbios a grupos de manifestantes? Puede ser, no es nada nuevo. Pero tener por seguro que no a tal extremo.
¿Por qué existe tanto tabú con la violencia? Parece que nosotros mismos solo aceptamos la violencia estatal represiva y no concebimos la resistencia de ninguna de las maneras.
De cualquier forma, entre el descontrol policial y la determinación de los manifestantes, se le puso muy en contra la situación a las fuerzas represivas. ¡Ya era hora de que sufriesen lo que llevamos sufriendo algunos durante años! ¿Creéis que no se les ha hecho daño? ¿Creeis que han salido ganando? Por algo están rabiando de norte a sur de la península en cada comisaría del Estado. Han sufrido, lo han pasado mal, han conocido el lado opuesto al que conocían. Ahora saben lo que pasa cuando te sientes acorralado, indefenso. Ahora conocen de cerca lo que llevan haciendo años y años. ¡Joder y ha sido gracias a los encapuchados! ¡A los que “no van de cara”!
¿Aún no os dáis cuenta que están utilizando la “caza del infiltrado” para que denunciéis y echéis de las manifestaciones a los elementos más combativos y más abnegados a la hora de resistir los envites de la represión fascista? ¿No sois capaces de ver que esos “violentos encapuchados” han conseguido plantar cara a la represión que sufríis día tras día?
Las consecuencias de todo esto se han visto durante esta Huelga de Estudiantes de mentirijilla convocada por el Sindicato de Mangantes, que diga Estudiantes. Estos elementos a sueldo del régimen expulsaron de su manifestación a un pequeño grupo de chavales del sindicato anarquista CNT y algún individual, por el mero hecho de llevar la cara tapada. Si se observan las imágenes, no se ve ni un misero puñetazo por parte de los “violentos” encapuchados. ¿No pensáis que pueden querer ocultar su rostro por los motivos citados durante todo el artículo? ¿No pensáis que pueden no querer enseñar su cara ante medios de comunicación, policía y demás por extremar las precauciones ante agresiones fascistas, policiales o a repercusiones en sus puesto de trabajo o centro de estudios?
Lo que más me jode de todo esto es que lo sabéis de sobra. Pero no podéis morder la mano que os da de comer. El papel que habéis tenido siempre ha sido el mismo: Apagafuegos, vende-obreros, traidores, mentirosos. Y ahora os están utilizando para que aisléis a los elementos revolucionarios en las movilizaciones.
El problema que se os presenta es que la gente cada vez confía menos en vosotros. Carecéis de credibilidad. Cada traición, cada jugarreta, cada lamida de culo que le hacéis al régimen os deslegitima. La gente no quiere más mentiras, la gente quiere soluciones. Y las soluciones se dieron en Gamonal, en las luchas estudiantiles en Baleares, en las luchas en Vigo, en los trabajadores de Panrico, etc.
Nosotros ya hemos dejado los prejuicios a un lado. La resistencia pacifica que se quieren inventar no existe. La resistencia siempre es violencia. Desde cortar una carretera hasta sentarte delante de un policía para evitar que cargue (así además de ser violento estás dejando que te apaleen y detengan).
Pero a parte de eso, si eres combativo, si eres revolucionario, si te consideras antifascista, anticapitalista... no le hagas el juego a los traidores de clase. No te conviertas en cómplice. Tarde o temprano tu serás el violento radical o el infiltrado al que expulsar de la manifestación. Y ese día será demasiado tarde.